HOMENAJE A “200 DE CILANTRO”
Por: Horacio Millán Pelayo
SANGIL (Santander) En el marco del Festival de música Andina Colombiana y Sacra que se realiza siempre por la época de la Semana Mayor en la hermosa ciudad de San Gil (Santander), se tiene la buena costumbre de rendir homenaje en cada versión a compositores, intérpretes y personas que influyen con su pedagogía en la formación de nuevos artistas, para bien de la música andina colombiana.
En la XXI versión, del año 2018 le ha correspondido el turno a la agrupación «200 de Cilantro» que muy bien merecido tiene éste y muchos reconocimientos más. La Noticia Cultural entrevistó al maestro Diego Otero, su director, en el marco del Festival. Les invitamos entonces a conocer esta especial conversación:
La Noticia Cultural (LNC): ¿Cuál ha sido el recorrido de Diego Otero en la Música Colombiana?
Diego Otero (D.O): Inicialmente yo aprendí algo de guitarra en Charalá; en gran parte he sido autodidacta y muy curioso por la música; allí estudié mi primaria y bachillerato. Cuando ya me iba a graduar, el profesor Luis Ernesto Rangel me mostró un tiple por primera vez, posteriormente aprendí con el maestro Rodolfo Martínez, hermano de Pedro Nel Martínez, a quien conocí por casualidad. Para la época sucedía algo curioso en mi ciudad natal y es que la juventud no conocía un tiple; los grandes intérpretes de este instrumento como Edwin Castañeda, Adrián Manrique, los Hermanos López y otros muy famosos ya eran adultos y habían salido a vivir a otras ciudades. El tiple fue amor a primera vista. Posteriormente tomé clases con el maestro Ricardo Varela, quien vivía en San Gil; yo ahorraba dinero para viajar desde Charalá. Las clases solo las podía tomar en la noche pues Ricardo vivía muy ocupado en sus actividades profesionales y conformando distintos grupos; yo viajaba en el último bus que salía hacia San Gil, a las cinco de la tarde y cuando terminaba la clase me tocaba quedarme toda la noche en el parque a esperar que fueran las cinco de la mañana para tomar el primer bus hacia Charalá. Durante todas esas horas me dedicaba a estudiar sentado en un banquito. Esto sucedió hace un poco más de diez años.
Más adelante se despertó en mí el deseo de enseñar, de transmitir toda esa rica información que había recibido y seguía descubriendo con la interpretación del tiple. Sin embargo en mi natal Charalá no me prestaron atención, no fuí profeta en mi tierra… entonces estuve “dando muchas vueltas” por ciudades como Betulia, Piedecuesta, San Alberto en el Departamento del Cesar buscando en donde enseñar; durante todo ese tiempo tenía un grupo con Carlos González y Omar Cediel en San Gil, que se llamaba «Atardecer Trío». Cuando me hice visible con «200 de Cilantro» ya me empezaron a tener en cuenta en Charalá.
LNC: ¿Cómo Inició el Proyecto de 200 de Cilantro?
D.O: Mi compañero de trío y gran amigo Carlos González insistió a Fernando Gómez, quien ocupaba el cargo de director de la casa de la cultura de San Gil, y por fortuna es melómano y valora la música; se propuso gestar un proyecto musical con mi liderazgo; finalmente conseguí ser aceptado y bajo la condición de tener un resultado visible para presentar en público a los tres meses de comenzar, acepté un reto que claramente para quienes saben de música es un tiempo récord si se considera que el grupo de diez muchachos con quienes comencé, empezaban de cero en la música. El propósito se logró y el proyecto comenzó a tener forma. En ese primer grupo de educandos estaba Carlos Vásquez, Nicolás Márquez y Daniel González, quien hizo parte del trío por un tiempo.
LNC: «Doscientos (200) de Cilantro», ¿Por qué el nombre del grupo?
D.O: Ante el tremendo reto asumido de tener algo presentable en tan corto tiempo, le pusimos todo el empeño. En una oportunidad ante un ensayo en el que me sentía frustrado al ver que no había avances en la enseñanza que yo estaba impartiendo llamé la atención de los jóvenes diciéndoles que tenía más medida «200 de cilantro» que ellos. En la música es vital la precisión y en la plaza de mercado un “puchito de cilantro” no es una medida estandarizada. Con ese nombre presentamos el colectivo de jóvenes, se presentó todo el grupo con el mismo nombre, a pesar de no contar con el visto bueno de varios padres de familia, pues se oponían al nombre porque aseguraban que sería motivo de burla.
Así nació el grupo, lo cual era sin duda un logro muy grande para mí porque me daba esperanzas de continuar en la enseñanza que tanto busqué en otras latitudes, para los aprendices porque en un tiempo casi imposible ya había algo para mostrar… y para San Gil aún más, pues ya habían pasado varios años e incluso décadas sin un proceso de formación musical. Posteriormente ese grupo de jóvenes se subdividió de acuerdo con el avance individual que se iba dando y se consolidó «200 de cilantro» como trío.
LNC: ¿Cuáles han sido las participaciones y reconocimientos destacados que ha obtenido 200 de Cilantro?
D.O: La primera vez que participamos en un evento fue en el concurso José A. Morales en el Socorro, allí con enorme sorpresa ocupamos el segundo lugar, frente a un grupo grande de niños en el que estaban por ejemplo Jhonatan Reyes, quien en la actualidad ya es un experto organista. Posteriormente participamos en eventos como el Cacique Tundama y Zué de Oro, ambos en Boyacá. Más adelante incrementamos la cantidad de participaciones en concursos, festivales, invitaciones del ministerio de cultura.
LNC: Individualmente los integrantes de 200 de cilantro han recibido otros galardones, mencionemos por favor algunos.
D.O: Han sido varios los reconocimientos, aquí menciono algunos:
Carlos Vásquez: Revelación del tiple en el festival del Tiple y la Guabina en Vélez; ganador dos veces del premio Pacho Benavides en el Mono Núñez, presentación en Curazao.
Nicolás Márquez: Mejor acompañante en varias oportunidades, entre ellos el Concurso Nacional del Tiple en Puente Nacional y en Tuta.
Diego Otero: Concurso Nacional del Tiple en Charalá, mejor tiple acompañante en el festival Oriol Rangel, mejor tiplista en el concurso Hato Viejo Cotrafa en Bello, presentación en Estados Unidos.
En Charalá tuvimos una gran anécdota: ganamos cada uno de nosotros como campeón nacional del tiple durante tres años consecutivos.
LNC: ¿Qué significado tiene para ustedes el homenaje y por ello ser los protagonistas en 2018 del Festival de San Gil?
D.O: Significa mucho para nosotros, tanto para mis dos compañeros que son sangileños como para mí porque esta ciudad ha significado mucho para mi desarrollo profesional en la música, aquí me han abierto las puertas. Considero que el homenaje es valioso porque significa el reconocimiento por llevar el nombre de la ciudad y la región a lugares muy destacados en el escenario nacional principalmente. Pienso que nuestro liderazgo abre también un camino muy importante para las nuevas generaciones.
LNC: Se ha lanzado un nuevo disco compacto, la primera producción Discográfica de 200 de Cilantro. ¿De qué se trata?
D.O: Es un sueño hecho realidad.
Este primer trabajo musical se llama OTRO GRANO DE ARENA, en el cual tocamos Música Colombiana y nos expandimos a la música latinoamericana, especialmente de Venezuela. El tiple ha evolucionado. Varios maestros han seguido esa pauta y nosotros también estamos en ese propósito. Es un instrumento versátil, tiene amplias posibilidades tímbricas y sonoras maravillosas, se pueden tocar diferentes estilos.
LNC: Diego, mencione por favor algunos proyectos y motivaciones para el futuro inmediato.
D.O: Nosotros seguiremos haciendo música como trío; yo seguiré en la enseñanza, soy bastante joven y tengo mucho por hacer. Hay mucho talento por explotar, hay muchos niños con talento; es bueno que las administraciones públicas valoren estos procesos de aprendizaje; Carlos viajará a estudiar y Nicolás terminará su carrera en Tunja y también seguirá haciendo música con el grupo que conforma actualmente: «Cuarto de hora ensamble».
No tendremos problema con la distancia, «200 de cilantro» seguirá trabajando muy duro. De forma individual y grupal tenemos la firme convicción de aportar a la música latinoamericana desde el tiple.
También se está desarrollando un proyecto importante con mi compañera sentimental, se llama La Ruta del Tiple, consistente en un movimiento artístico cultural; con ello tenemos la intención de mostrar este instrumento, impulsar los tiplistas (nuevos talentos), reconocer la historia de nuestro instrumento colombiano a través de una línea de tiempo, organización de eventos. Todo esto debe conllevar a promover como se lo merece, al tiple colombiano. Actualmente tengo un grupo de niños en aprendizaje, en especial hay una jovencita de 14 años que ya ha ganado varios concursos y ya ha venido tomando vuelo, su nombre es Juliana Peña.
Gracias a «200 de Cilantro» por la buena música!!
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